Las formas del yo en la reacción agresiva

Por: Mariela Rodríguez (Miembro NEL-Delegación La Habana y Miembro AMP)

Lacan muestra una organización original de las formas del yo y del objeto[1] en la reacción agresiva. Podemos decir que en el origen mismo del yo hay un goce fundamental. Fórmula fantasmática con la que se viven los acontecimientos, las experiencias y los lazos particulares de un sujeto a otro.

La reacción agresiva es presentada por Lacan como consustancial a la subjetividad humana. Se apoya en las discretas manifestaciones de la intención agresiva en el análisis, en la transferencia, los síntomas, fantasmas privilegiados, etc.

Defiende que la reacción agresiva tiene un modo peculiar de manifestarse a partir de la constitución del yo como objeto original que ha de organizar el torrente libidinal que invade al ser hablante. La libido freudiana, irá a asociarse a imágenes (de objetos) que tienen su referencia inicial en la representación del cuerpo en el espejo. 

En el estadio del espejo, destaca Lacan, que cuando el niño es aún incapaz de controlar su motricidad voluntariamente, entre los seis meses y los dos años y medio, logra captar con júbilo la imagen de la forma humana de otro semejante, con la cual se identifica de manera alienada. Así logra conformar una organización original de las formas del yo, como imagen del cuerpo, que deviene objeto libidinal organizado. 

Va operando conjuntamente la construcción del fantasma: frase-imagen fijada a un modo de satisfacción que soporta el deseo, y constituye el prisma a partir del cual cada uno va a interpretar su experiencia vital. El espejo es prototipo del fantasma, ventana y velo primero que dibujará lo que para cada uno será la realidad

En este proceso, ante la presencia de otro semejante, el niño manifestará fenómenos como el transitivismo normal, la ambivalencia estructural y el deseo del objeto del otro que están asociados a la agresividad. Fenómenos que luego estarán presentes en la vida psíquica, en los grupos, relaciones amorosas, la guerra... Se asocian en el fantasma con el circuito pulsional. Recordemos el texto de Freud “Pegan a un niño”: pego, me pegan, me hago pegar; aunque Lacan no hace referencia a ello en el texto. 

Insiste Lacan en el yo como estructura de desconocimiento de los resortes de su agresividad, que se niega a sí mismo y hace cargos al otro. Es el yo, organización paranoica que toma su energía de la libido negativa, resultante de la insatisfacción estructural humana, para ponerla al servicio del principio de realidad. Estructura yoica gracias a la cual se pueden sostener múltiples delirios, entre ellos, el del alma misantrópica. 

Ya en la introducción del texto se destaca que la pulsión de muerte “está en el corazón mismo de la noción de agresividad”[1] . Observación de connotaciones éticas para el psicoanalista en el dispositivo y en la ciudad. De ello da cuenta la intervención de Lacan que nos llega gracias a su texto “La agresividad en psicoanálisis”.

Bibliografía

[1] Lacan, J. (2005). La agresividad en psicoanálisis. En J. Lacan, Escritos 1 y 2 (págs. 94-117). Siglo XXI.