La función del síntoma en la clínica Psicoanalítica

Por: Mayra Alonso (Asociada NEL-Delegación La Habana)

Ilustración: Brady Izquierdo

¿Cómo tener en cuenta el riesgo de que las categorías clínicas introducidas al inicio de la cura como orientación, impidan el surgimiento de lo singular? Remitiéndonos a la dimensión del síntoma.

El signo clínico, es un elemento clave que el médico puede percibir en un examen físico, en contraposición a los síntomas que son subjetivos, percibidos solo por el paciente.

Un síntoma puede llevar a una persona a pedir un análisis en cualquier momento de su vida, cuando se experimenta como algo imposible de sobrellevar, ya que resiste a los intentos propios de curación y escapa al dominio del sujeto.

Freud, descubre la naturaleza del síntoma desde sus primeras pacientes. Estas en su mayoría eran mujeres que padecían la enfermedad llamada histeria, que presentaban síntomas físicos sin ninguna causalidad orgánica y descubriendo que no fingían sus síntomas, Freud inicia un proceso de abordaje del síntoma inédito en la historia, donde pasa de ser un fenómeno tomado por la mirada del médico a ser escuchado en las propias palabras del paciente. Entonces nace el psicoanálisis que consistió en lo que el síntoma tiene que decir. El psicoanálisis fundado por Freud escucha el síntoma y esclarece que este permite al sujeto satisfacer, a través de una vía alterna, lo que anteriormente había sido rechazado a causa de la represión que ejercían la realidad, el yo y la conciencia. En este momento la función del síntoma, además de la satisfacción sustitutiva, su posible aparición en la vida de un sujeto está marcada por una serie de factores que Freud destaca: 

  • en las vivencias sexuales infantiles, 

  • las vivencias traumáticas, 

  • la constitución hereditaria del sujeto y 

  • a la predisposición a las fijaciones libidinales.

Las consecuencias más relevantes de la reflexión freudiana sobre el síntoma recaen sobre: 

  • Que, si bien el síntoma permite una satisfacción, la experiencia clínica muestra que existe una dimensión de sufrimiento imposible de soportar. 

  • Que es irreconocible para el sujeto a causa de la represión, hay algo del orden de no saber qué pasa o por qué pasa. 

  • Que se satisface de forma autoerótica, no necesita del otro para satisfacerse.

Otro de sus aportes es que el síntoma muestra una clara articulación con la historia del sujeto que lo padece y por otro se encuentra dentro de una perspectiva del sentido, en tanto que aparece como una pregunta, como un no sé, como un enigma a ser descifrado.

En la primera enseñanza de Lacan, siempre en un retorno constante a Freud, el síntoma es una producción secundaria resultado de un proceso durante muchos años. Se inscribe en el grafo como resultado de un transcurso al atravesar una serie de imposibilidades, tiene algo de residual. Se subjetiva como fracaso, lo cual supone que sea segundo a algo, como mínimo respecto a un intento de realización de un deseo, orientado por el fantasma y el ideal.

Para que surja el síntoma, algo de ese disfraz de la pulsión, que es la demanda dirigida al Otro, tiene que encontrar un punto de imposibilidad. Algo que no sería tratable en los términos de lo simbólico y que de esa forma introduce la dimensión del síntoma. Es esto lo que justifica la puesta en marcha del dispositivo del síntoma para que la satisfacción de la pulsión; de un modo particularmente elaborado adquiera nueva forma de satisfacción que surge en esa misma repetición. Apunta a algo fundamental del goce y esto es lo que hace que el síntoma, su repetición, tenga tanto poder.

Luego en la segunda enseñanza,  sitúa al síntoma como causa de la repetición,  más bien se trata de invertir el esquema poniendo al síntoma como punto de origen (función del síntoma), por lo que es preciso pensar al síntoma a partir de su dimensión unaria situando como fundamental, algo que es muy precoz en el ser hablante. Esta indicación de Lacan nos invita a buscar el síntoma como anterior a lo que estamos acostumbrados a situar como su dimensión clínica, debemos por tanto estar atentos y no quedarnos con nuestros hábitos.

Lacan nos invita a buscar las huellas de una orientación sintomática hasta el límite de nuestra reflexión sobre las estructuras, porque de lo que se trata es de un síntoma que no se cristaliza en relación al Otro, ni es un subproducto de la defensa contra el deseo, sino que es un síntoma para ser explorado a partir de un modo de goce singular que es remitido a lalengua separada del Otro. Se trata de aislar la forma singular de gozar de ciertos significantes que además se les atribuyen a Otros.

Los síntomas son portadores de un decir. Representan una función para el sujeto a pesar de que la desconozca y que de ello no se quiera saber. Despojarlos de ese síntoma no evita que recaigan en el sufrimiento o que emerja otro molesto síntoma, cuya erradicación se demande por considerarse inútil e inadaptado.

El psicoanálisis es fundamentalmente una práctica clínica que al enfrentarse al sufrimiento humano más que eliminar el síntoma pretende encontrar la función que los actos producen en el sujeto que los genera presuponiendo que estas son formaciones del inconsciente que dicen algo de su verdad, su deseo, fantasías y elecciones de satisfacción. De manera que todo lo disfuncional e inadaptado, enfermo, inútil e irracional desde la medicina o psiquiatría pasa a tener una función para el sujeto, le sirve para algo.

Desde el psicoanálisis la función no es definida a partir de una esencia o de sus caracteres como un concepto, sino que es definible por las realizaciones de las variables que constituyen su desarrollo.

Una función implica el despliegue de una operación del sujeto, según los valores que se le otorguen a una x, es decir, a un vacío que puede funcionar como un enigma.

Abordar el sufrimiento humano a partir de la función que los actos “disfuncionales” pueden tener, implica decir NO a la concepción previa de un saber sobre lo que es mejor para el sujeto. Requiere evitar dar sentido con un lenguaje a otro lenguaje. Se trata de dejar un enigma, una pregunta para que el sujeto pueda cernir algo de lo real de su goce puesto en juego, de la satisfacción que se realiza en el síntoma. ¿Cómo le funcionan al sujeto? ¿Qué quieren decir?  ¿Qué satisface? ¿Cuál es su función?

El síntoma en sí mismo es una invención que expresa la condición del inconsciente de cada cual. Es la fuente de la creación de sus propias vías por parte del sujeto, vías que jamás coinciden con las del otro. Esta condición de invención propia del síntoma es lo que hace tan difícil que dos sujetos gocen de manera parecida, por esto la invención es una vía de soledad, de apartamiento del otro. La transferencia y el amor al saber, actualiza que el análisis puede modificar algo en relación a este síntoma.

El psicoanálisis, no apunta a la curación de los síntomas, no es su objetivo, necesitamos que los síntomas se expresen porque es la única manera de enterarnos de lo pulsional y de lo que tiene que ver con el deseo, ya que funcionan como motor y brújula del análisis. 

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Bibliografía:
Berenguer E. (2018). Conferencia en Ginebra sobre el síntoma. Cuadernos del INES. Grama Ediciones. 
Freud S. (1992). Estudios sobre la histeria. Obras Completas. Tomo 2. Ediciones Amorrortu, Buenos Aires, Argentina.
Lombardi G. (1993). La clínica del Psicoanálisis. El síntoma y el acto. (Tomo 2). Atuel-Pichincha, Buenos Aires- Argentina.  
Miller J-A. (1994). La envoltura formal del Síntoma. Ediciones Manantial SRL. Buenos Aires, Argentina.
Naparstek F. (2012). Entre el síntoma y Semblante, matrimonio o divorcio. Nueva Escuela Lacaniana, NEL-Lima.