La acción lacaniana ante los proyectos de ley orientados por la autodefinición y autonominación sexual, que implican reasignación del sexo desde la infancia según se demande, va teniendo sus consecuencias para nuestra delegación. Su “chat” ha permitido más de un debate espontáneo. El espacio político se abrió a la conversación.
Se abordó el fundamento epistémico que destaca el error común del transexual al confundir el goce con el falo[1]. Asimismo, se ha apuntado a la relación del psicoanálisis con determinados feminismos. Sin devaluar sus luchas cívicas; se ha distinguido la comprensión de que la elección sexuada es de goce y no de género. Se suscitó el análisis en torno a la entrevista de Miller con Éric Marty sobre el libro El sexo de los modernos. Se conversó sobre la Polémica Política que compartió Miller con la ELP. Se ha estado al tanto de múltiples intervenciones de analistas de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP), avalando que es posible un tratamiento psicoanalítico al transexual.
La principal consecuencia en nuestra delegación, ha sido un despertar a la “política lacaniana”. Nos preguntamos, cómo sería posible la emergencia de un analista ciudadano que participe de los debates públicos. El “silencio” deviene nombre de síntoma, para poner al trabajo analítico de NEL-Delegación La Habana. Para algunos, resulta imperioso bordear el agujero en torno a qué es un analista capaz de tener en el horizonte la subjetividad de su época. Se propuso un cartel sobre política lacaniana, que ha tenido su primer encuentro.
Despertamos a la posibilidad de localizar los debates en nuestro contexto, donde la voz del psicoanálisis podría hacerse escuchar, apoyada en lo que los casos enseñan. Un nuevo código de la familia será puesto a discusión pública. Se precisa del trabajo de Escuela para la formación de este analista, sin retroceder ante el real que nos confronta.